Los míos me trajeron hasta donde estoy hoy, no sin antes intentar hundirme. La muerte me miró a los ojos una noche de febrero de 2010, recuerdo la sangre manar a borbotones de mis entrañas, me ahogaba, desaparecía. Tuve la fuerza para transformar aquel martirio. Comencé a escribir y, a pesar de que me quisieron silenciar, cada letra fue una compresión, cada poema, una arritmia salvada. Varias arritmias después, me condujeron a escribir este libro.
Desfibrilador es una cita con el médico. En estas páginas se traduce el dolor que se siente y no puede señalarse: heridas de abuso, abandono, soledad, desamor y despedidas. Si buscas un analgésico, no es este, pero si quieres puedo acompañarte hasta que pase el dolor.