Las primeras cuatro décadas del internet nos han proporcionado, entre otros avances, el correo electrónico, la "world wide web", las redes sociales, y el almacenamiento en la nube. Todo ello, nos ha permitido reducir los costes de investigar, colaborar, e intercambiar información y ha ocasionado la aparición de nuevos medios de comunicación y entretenimiento. Pero el internet tiene serias limitaciones para la actividad económica, ya que seguimos sin poder establecer de una manera fiable la identidad del otro ni confiar en él para intercambiar dinero sin el aval de un tercero, quien además almacena nuestros datos con fines lucrativos o de seguridad.
Por fin, esto está cambiando. Gracias al "blockchain" podemos enviar dinero de manera directa y segura a otra persona sin que intermedie un banco, una tarjeta de crédito, o PayPal. Además, nuestra información de usuario permanece privada y segura mientras que toda actividad es transparente e incorruptible. No es necesario confiar en el otro porque la confianza es intrínseca al sistema.
Aunque el "bitcoin" es una de sus aplicaciones existentes más conocidas, esta tecnología abre un nuevo mundo de posibilidades dado que puede albergar cualquier tipo de documento legal sin que ningún Estado, persona, o empresa las controle o fiscalice, desde partidas de nacimiento y defunción, escrituras e historiales clínicos hasta votos, origen de los alimentos y cualquier cosa que pueda codificarse.